Convento de Nuestra Señora de Campolapuente
Coordenadas: 42.072287,-2.088119
A mediados del siglo XV los señores de Cornago Don Juan de Luna y Doña María de Luna compran a los mojes de Fitero una granja y una pequeña iglesia que tenían en la vega del Linares para la construcción de un monasterio por 300 florines de oro. En 1450 consiguen la bula para la fundación del monasterio por parte de Nicolás V aunque el impago de la deuda con los monjes va a retrasar la construcción hasta 1458. En 1482 los señores de Cornago adquieren el derecho de ser enterrados en la capilla mayor que mantuvieron hasta la desaparición del convento con la desamortización en 1835.
Los restos más identificables del convento son los de la iglesia. Está construida en mampostería y sillería de una sola nave de cuatro tramos con cabecera rectangular más ancha que la nave. Se cubría con bóvedas de crucería sobre arcos que arrancaban directamente de los muros con estribos al exterior con la excepción del que separaba el presbiterio que tiene columnas adosadas. En el muro norte se adosó una pequeña capilla. En el muro sur se abrían dos ventanas de arco apuntado para iluminarla y el acceso principal debía de estar a los pies, pero hoy ha desaparecido, y solo se conserva el pequeño ingreso sur que daría al claustro y el hueco que ha dejado una portada en el muro norte.
En la capilla mayor, panteón del Señorío de Cornago no se conoce que hubiera ningún monumento funerario de relevancia y debían de ser enterramientos en el suelo tapados hoy por un cobertizo. También debió de tener un altar mayor compuesto por lienzos y que albergaba las imágenes de nuestra señora y San Francisco, tres más pequeños dedicados a la titular, a San Francisco y San Diego. Tenía coro con sillería de nogal negro y cajoneras de nogal y pino en la sacristía además de cálices y custodias, misales y libros cantorales.
Del resto del convento casi nada ha llegado a nuestros días. Ya en el siglo XVIII se advierte lo pobre y precario de su fábrica. El claustro y resto de dependencias se encontraban al sur, hoy convertidas en un huerto de olivos.
Hoy casi no queda nada del convento y bastante poco de la iglesia que fruto del abandono y del saqueo ha perdido las bóvedas parte de los muros y aquellos elementos que podía tener sillares bien tallados.
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